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Regresemos al pasado con la experiencia del presente


Los motivos de esperanza y profundidad en el estudio de este mundo de las plantas lo constituye el denominado “ejemplo chino”, país que dio un giro total a la precaria situación sanitaria en que se encontraba al final de la segunda guerra mundial, aplicó íntegramente el conocimiento de la medicina tradicional autóctona (basada prácticamente en el uso integral de plantas medicinales) y aplicó y desarrolló simultáneamente la medicina occidental. De hecho, allí se han empleado las plantas medicinales en un proceso industrial, partiendo de un concepto inverso al de Occidente, donde es tradicional que el protocolo que se sigue en el desarrollo de un nuevo fármaco sea por este orden: identificación de la molécula, farmacología experimental y farmacología clínica; mientras que en la experiencia china se hizo al revés, es decir comenzando por los ensayos clínicos contrastados de especies botánicas y preparados tradicionales.

La Fitoterapia de hoy debe realizar una aproximación a la modernidad basada sobre métodos científicos, que tomen en consideración las experiencias válidas acumuladas en el pasado, y que en la actualidad requieren un estudio y entendimiento racional sobre bases científicamente establecidas.

La medicina natural aplicará necesariamente sus propias ideas y protocolos para la comprobación de la eficacia y seguridad, que no tienen que ser exactamente las mismas que para los compuestos de síntesis. En los resultados, lógicamente se tendrá que considerar, tanto la percepción subjetiva del paciente, como la más objetiva del médico.

Si se cumplen estas condiciones, la fitoterapia puede ser un estímulo continuo para la Ciencia farmacológica, ocupando un papel importante en la cadena del desarrollo terapéutico.

Por el contrario, si permanece como un arte, basado únicamente en la experiencia heredada, perderá su lógico desarrollo y, con ello, la Farmacología unos remedios que, bien utilizados y conocidos, contribuyen de forma significativa al desarrollo y bienestar sanitario de la población, tanto en el aspecto puramente terapéutico y paliativo como en la prevención.

Es hoy, por lo tanto, una meta esencial de la terapia con plantas medicinales, contribuir al establecimiento de las causas de la acción de las mismas y, desde aquí, establecer la relación entre los constituyentes químicos y sus efectos biológicos y terapéuticos.

También al mercado de las plantas medicinales -que no pueden publicitar propiedades terapéuticas le conviene que las investigaciones de los medicamentos derivados de las mismas lleguen lo más ampliamente posible a publicaciones científicas y de difusión. La publicidad no es posible, pero sí lo es la información.


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